Una pequeña aldea al sudeste de Polonia es conocida por su inusual tradición: cada casa, iglesia y granero está cubierto de hermosas flores pintadas. Zalipie, un pueblo aislado a 90 minutos de Krakow, se siente como un mundo aparte, iluminado con el color de una obra de arte extendida en cada pared del lugar.
¿Cómo comenzó la tradición? No está completamente claro, pero una historia relata que empezó por la ventilación pobre de las casas que generaba humedad en las paredes y los techos. Una mujer empezó a pintar flores sobre las goteras para arreglar e iluminar su casa. Así la imitaron sus vecinas y, incluso cuando la ventilación comenzó a mejorar, los aldeanos – especialmente las mujeres – continuaron con la tradición de arte folk, trasladándola a otras edificaciones como puentes e iglesias.







