Las cicatrices son marcas que recuerdan, y muchas veces esos recuerdos son desgarradores. La tatuadora brasileña Flavia Carvalho descubrió esto y se le ocurrió una idea para ayudar, desde su lugar, a las mujeres que sufrieron de algún acontecimiento de violencia que les dejó una cicatriz. Así surgió su proyecto “A Pele Da Flor” (a flor de piel) que lleva ya casi 3 años empoderando a mujeres supervivientes de violencia de género y de masectomías a través de sus tatuajes.
«Todo empezó–explica la tatuadora–cuando trabajaba con una cliente que querían cubrir una enorme cicatriz en su abdomen. Me contó que estaba en un club nocturno, y cuando rechazó a un hombre que seacercó a ella, él la apuñaló con una navaja automática. Cuando vio el tatuaje terminado, se conmovió muchísimo y eso me afectó a mi también».
La historia que más la impresionó «fue la de una chica de 17 años que estaba saliendo con un hombre más mayor y durante meses sufrió una relación con abusos físicos.Cuando él quiso romper con ella, quedaron, y después de empezar a pelear la apuñaló varias veces en el abdomen y la violó de forma muy violenta».
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