La decoración Zen tiene su origen en la filosofía budista en el siglo VI a.C., luego su gran expansión en Japón, en el siglo XVIII y llega a Occidente en el siglo XX generando influencia sobre la decoración y la arquitectura. Esta filosofía busca la armonía mediante la paz en los actos sencillos, se aleja de todo adorno artificial y busca un entorno más puro y confortante.
Su objetivo principal, en nuestro mundo occidental, es que cuando llegues a casa te sientas revitalizado, relajado y liberado del estrés. Su gran ventaja es que no responde a reglas; es indispensable asegurarte de que el espacio a decorar esté despejado de todo artificio, así vas a poder armar un primer bosquejo de lo que querés hacer.
Como concepto, esta idea decorativa, quiere ser realmente tranquilizadora y equilibrada. Algunas ideas:
1-Usá líneas finas y limpias y evitá el desorden antes de empezar: podés agregar toques Zen empezando por agregar decorar con algún bonsái, piedras o iluminando con velas.
2-Los colores tierra son elementales, siempre con el blanco, para encontrar el espacio que buscamos a través de tonos suaves como el gris, el blanco y claves los que tienen algo de beige amarillento o rosado.
3- El color y los tipos de telas tienen que ser cálidos y suaves. Usá tejidos naturales ya que son más agradables a la vista, como por ejemplo, seda, algodón, lino y lana para decorar las ventanas y tapizar los muebles – en lo posible de materiales naturales: Madera, bambú, y algas sin demasiados procesados industriales.
4-Los objetos decorativos es importante reducirlos al máximo, menos es más; NO a colores llamativos o excesos de fotos colgadas en la paredes desnudas de obras de arte.